Moreno et al., 2020; Silva et al., 2022), retención de agua (Antônio Tadeu Lucas et al., 2017; Fischer et
al., 2020), remoción de metales pesados (Bravo Medina et al., 2019; Figueredo et al., 2017; Gómez, 2003;
Puga et al., 2015; Santos de Assis et al., 2021, Dias et al., 2022), o como sustitutos de combustibles fósiles
(Assureira & Assureira, 2022; Heredia Salgado et al., 2021; Salgado et al., 2018) o aditivos en la
generación de biogás (Diaz Vento et al., 2022).
La utilización de materiales residuales de otros procesos, como lodos activados (Monteiro et al., 2020;
Reyes Moreno et al., 2019; Reyes-Moreno et al., 2020) o residuos de producción agrícola (Gonzaga et al.,
2021; Herrera et al., 2018; Marín Armijos et al., 2018; Pérez-Cabrera et al., 2021, Quesada-González et
al., 2022; Quesada Kimzey, 2012), plantas nativas de la zona (Cisneros et al., 2018) en la elaboración de
biocarbones, hace posible que pueden ser reincorporados como enmienda, reduciendo costos de
producción y un aumento de producción, tanto a nivel de cultivos para consumo, pastos (Lozano
Reátegui et al., 2021), como de productos forestales (Reyes Moreno et al., 2019). Al lograr incorporarlos
dentro de la cadena productiva, es posible iniciar un proceso de economía circular, donde se mejora la
calidad de vida de las comunidades, generando formas alternativas de ingresos (Heredia Salgado et al.,
2021; Milian-Luperón et al., 2020).
Escalar la producción del biocarbón es fundamental, ya que es posible implementar su uso a niveles
industriales, con miras a generar productos para utilizar en los hogares o industrias (Alchouron et al.,
2021; Assureira & Assureira, 2022). Desde las perspectiva energética, ya existen datos que indican una
disminución de costos a nivel de escala piloto, con respecto a escala experimental, para la elaboración
de biocarbón a partir de residuos de palma aceitera (Quiroz-Mojica et al., 2022). A nivel latinoamericano,
la mayor información sobre el biocarbón se ha divulgado a escala de laboratorio, no obstante, es
necesario invertir en el desarrollo de técnicas que puedan ser implementadas de manera sencilla, por
personas ligadas al sector en donde sea aprovechado el material carbonizado y que se adapten a los
criterios de sostenibilidad en todos sus aspectos (Nsamba et al., 2015).
Actualidad en Costa Rica.
Costa Rica ha tenido una participación activa creciente en la cantidad de estudios sobre la producción y
utilización del biocarbón, donde destaca el uso de biocarbón como agente de retención de agua en
diferentes tipos de suelo y bajo distintas condiciones climáticas (Fischer et al., 2020; Jin et al., 2021;
Villagra-Mendoza et al., 2021; Villagra-Mendoza & Horn, 2018a; Villagra-Mendoza & Horn, 2018b;
Villagra-Mendoza & Horn, 2019), así como enmienda agrícola para la remoción de algunos herbicidas
como el Diurón ® y el Bromacil ® (Chin-Pampillo et al., 2021) y para cultivos forestales (Rodríguez Solís,
et al., 2021). En el proceso de elaboración del biocarbón se han utilizado residuos con un impacto
importante, en la gestión de desechos, a nivel nacional, como lo son los residuos a partir de la producción
de piña, café, bambú y palma aceitera (Chin-Pampillo et al., 2020; Quesada Kimzey, 2012) distintos tipos
de maderas (Balaguer-Benlliure et al., 2021; Pérez-Salas et al., 2013) e implementando técnicas de bajo